Vida en las Maldivas: Dos mundos en un solo paraíso

Malé, la principal ciudad del país es la isla más densamente poblada del mundo, con más de un tercio de los 520 mil habitantes de las Maldivas.

Foto: ELKE SCHOLIERS para The New York Times

Según algunos criterios, Malé, la capital de las Maldivas, es la isla más densamente poblada del planeta.

mié 17 de abril de 2024

Por: Alex Travelli y Maahil Mohamed/The New York Times

MALÉ, Maldivas — Vivir en las Maldivas es vivir en uno de dos mundos. O perteneces a la capital —Malé, un micro-Manhattan en el Océano Índico— o estás en “las islas”, entre las aldeas más tranquilas y remotas de este lado de la tundra ártica.

Es en estos lugares —lejos de los atolones turísticos amurallados y ajardinados del archipiélago, donde en realidad no habita ningún maldivo— donde el País está eligiendo entre dos visiones de su futuro.

Las islas exteriores se están despoblando a medida que se reduce el atractivo de ganarse la vida pescando atún y cultivando cocos. El espléndido aislamiento puede ser lo que atrae a los visitantes, pero parece incompatible con las aspiraciones de los isleños en una nación modernizada por el turismo global.

A medida que los maldivos abandonan la vida isleña, el Gobierno se siente impulsado a seguir desarrollando Malé, la única verdadera ciudad del País. Pero Malé ya se encuentra fuertemente presionada contra los límites de la habitación humana. Según algunas medidas, es la isla más densamente poblada del mundo, con más de un tercio de los 520 mil habitantes del País en una masa de tierra que se puede cruzar a pie en unos 20 minutos.

Si más maldivos van a mudarse allí, será necesario reelaborar radicalmente su estructura física. Mientras tanto, se está expandiendo hacia afuera donde puede: el Gobierno está rodeando a Malé de puentes marítimos a islas artificiales repletas de proyectos de vivienda financiados por China e India.

Túnel submarino

En enero, el Presidente Mohamed Muizzu anunció su visión de un túnel submarino entre Malé y un proyecto de recuperación de tierras en el que inversionistas chinos ayudarán a construir 65 mil unidades de vivienda en lo que ahora es apenas un banco de arena.

$!Adolescentes reunidos para contemplar la puesta de sol en Nolhivaranfaru, una de las islas que conforman las Maldivas.

Humay Ghafoor, un investigador que hace campaña contra la degradación ambiental, dijo que “nadie hace ninguna evaluación” antes de encargar proyectos de “infraestructura masiva”. Esto permite, por ejemplo, construir un aeropuerto sobre un manglar, destruyendo el suministro de agua dulce de toda una isla.

Las Maldivas están formadas por mil islas extendidas a lo largo de un eje de 885 kilómetros, cada una de las cuales es un trozo de coral expuesto que creció de volcanes submarinos. La mayoría de las 188 islas habitadas tienen menos de mil habitantes.

Los complejos turísticos —esas hermosas villas flotando sobre mares turquesas— están todos en islas técnicamente “deshabitadas”. Los huéspedes son extranjeros y la mayor parte del personal también, procedente principalmente de India y Bangladesh.

En una típica isla habitada, la gente está muy alfabetizada, muchos hablan inglés y están conectados con el resto del mundo a través de Internet, datos móviles y largas rutas de ferry.

Es indudable que el cambio climático terminará por traer la ruina a este País, la mayor parte del cual está a sólo uno o 2 metros sobre el nivel del mar. Pero se cree que esa catástrofe está a un siglo o más de distancia.

Más bien los maldivos están abandonando las islas por el bien de sus hijos, con la mirada en Malé y el mundo más allá. Cuando se trata de educación y cuidado de la salud, gana la vida urbana.

Las condiciones de hacinamiento de la Capital son el primer desafío al que se enfrenta la gente. Una cuadrícula de calles aglutina a peatones, motos, talleres y perfumistas. Los departamentos de una sola recámara se rentan por cinco veces el salario inicial de un empleado de una oficina gubernamental.

Ahmed Abbas, de 39 años, un vendedor de herramientas, llegó a Malé desde una isla lejana hace 12 años. Su familia de seis integrantes comparte un departamento de dos recámaras. Abbas dijo que todavía extraña la vida en la isla. En casa, era “agradable porque la gente es agradable”, dijo, “gente normal del campo, todos con una sonrisa en la boca”.

©The New York Times Company 2024

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