08/05/2024
12:11 AM

Una mascarada en Nueva York

Víctor Ramos

Lo que acaba de suceder en Nueva York, en la Corte del Distrito Sur, con el enjuiciamiento del expresidente Juan Orlando Hernández (JOH) tiene muchas otras connotaciones que muchos no han advertido. JOH está en donde está gracias a una traición de quienes lo encumbraron en la dirección del Estado de Honduras: el gobierno norteamericano. Esto solo nos llega a confirmar lo que se ha dicho en innumerables ocasiones: Estados Unidos tiene intereses, no amigos.

El tráfico de drogas no es una preocupación esencial para los dirigentes del norte, pues el negocio genera unas cifras importantes al PBI, al mismo tiempo que estimulan la producción de armas que van destinadas, en gran cantidad, a los carteles de las drogas en América Latina. En Honduras, además, el tráfico de drogas lo inició el mismo Estados Unidos cuando, frente a la incapacidad de apoyar a la Contra nicaragüense, asentada en Hondura, permitió el tráfico de estupefacientes para obtener el dinero requerido.

Quizá lo que más irritó la sensibilidad patriotera de los Estados Unidos es el que JOH dijo que les metería droga a los norteamericanos en las narices. Fue una provocación que el imperio no toleró. Lo llevaron extraditado porque el mismo JOH les había facilitado las cosas cuando aprobó la extradición -no previó que se ponía la soga al cuello. Muchos citan el caso del general Noriega y lo asocian con lo de JOH, pero realmente no hay comparación alguna porque a Noriega no lo capturan, con el simultáneo asesinato de más de mil panameños inocentes durante un bombardeo indiscriminado, Noriega va preso por negarse a la devolución del Canal de Panamá en un gesto de patriotismo que los mismos panameños quieren borrar de la historia.

La acusación en contra de JOH se basó en declaraciones de testigos convictos que buscan reducción de su pena y sus declaraciones más bien nos dejaron una amarga verdad: tenemos en Honduras una Fiscalía y una Corte Suprema de Justicia que eran cómplices de la criminalidad y que, aquí en Honduras, no hubo posibilidad ninguna de enjuiciar a esos criminales confesos en Nueva York. Más bien todo este aparato les brindó seguridad.

Aunque todos, en Honduras, sabemos que JOH estaba involucrado en el tráfico de drogas, no hubo acción legal para capturarlo y enjuiciarlo por el delito del tráfico y por otros de también gran magnitud mientras ejercía la presidencia.

Paralelamente a esta situación en Nueva York, a Estados Unidos le causa alergia el gobierno de Honduras con una política internacional que la liga con los países con posiciones progresistas en América Latina, con la apertura de relaciones con China y con el planteamiento de profundizar reformas para hacer de Honduras un Estado más ligado a los intereses de las grandes mayorías empobrecidas.

Eso ha llevado a que, de manera calculada, en el juicio en Nueva York se hayan mencionado maliciosamente los nombres de personas de la familia presidencial, señalamiento que suena como una advertencia de un país que cree que tiene la potestad de decidir la suerte y el camino de los demás pases del mundo. También resulta preocupante que en el tal juicio de Nueva York no hayan salido los nombres de los lugartenientes de JOH que forman parte de la cúpula del Partido Nacional, del sistema judicial, de las Fuerzas Armadas y del Congreso Nacional. Esta omisión me lleva a pensar que se trata de una estrategia para limpiar la imagen del corrupto Partido Nacional para prepararlo como posible sucesor del actual régimen, partido que sigue comandado por las mismas huestes de JOH, a tal grado que la esposa de JOH ha lanzado su precandidatura presidencial.

Aquí están como si nada quienes dieron el golpe de Estado, quienes desde el Congreso allanaron el ascenso de la presidencia de JOH violentando la Constitución, quienes avalaron sus crímenes en contra del pueblo, los que fueron parte de la conspiración para exportar droga a los Estados Unidos, que son culpables por omisión o por participación activa. Y claro, pareciera que el gobierno no tiene el suficiente diente para emprender la reivindicación total de la justicia hondureña y así como seguiremos dependiendo de un país extraño para que haga justicia por nosotros, que por lo que se ve no somos realmente merecedores de ser ciudadanos de esta desventurada Honduras.

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