20/05/2024
01:51 AM

Fenway y las 102 carreras de Dubón

Fenway y las 102 carreras de Dubón

Para los fanáticos de los Medias Rojas de Boston, para los anti-Yankees, para los clásicos, para los románticos y amantes de las antigüedades, Fenway Park es más que el gran templo sagrado del béisbol. Para ellos, Fenway, con sus 111 años de historia, es más que Wembley, más que el Madison Square Garden. Más que el Azteca, más que el Lambeau Field, más que el All England Club, más que el Stapples Center. Y, obviamente, más que el Yankee Stadium.

Fenway es la excelencia; es un santuario que ruge cuando los Sox dan un zarpazo, es la cuna de leyendas. Es la casa donde Babe Ruth, Ted Williams, Carl Yastrzemski, Jim Rice, Roger Clemence, Many Ramírez y Big Papi se hicieron inmortales.

Es la sucursal de Cooperstown.Ahí, en Fenway, comenzó la remontada más grande de todos los tiempos. En 2004, los Yankees, los odiosos mulos, con ventaja de tres juegos a cero y en varias ocasiones a un strike de ganar el banderín de la Liga Americana, sufrieron la humillación más grande de su historia.

Fueron víctimas de uno de los grandes hitos del deporte: El Regreso.

Los Sox, jugando ebrios como lo reveló John Damon, terminaron dándole vuelta e imponiéndose 4 partidos contra 3, y en Massachussets elevaron a la categoría de héroes a Pedro, Shilling, Many y Big Papi, tras hacer papilla a Derek Yeter, Alex Rodríguez y compañía.

Consumaron, acabaron, destruyeron, como se le llamó durante décadas, a “La maldición del Bambino”.

Bueno, ahí, en Fenway, un muchacho de La Colvisula, sampedrano, hondureño de pura cepa, reinó el martes durante tres horas, coronando con su desparpajo, versatilidad y calidad, una actuación brillante.

Realizó la atrapada del día en las Grandes Ligas. Se lanzó como Curtois en la pradera central robándole un triple a Alex Verdugo, corrió las bases como Ricky Henderson y estrelló la pelota en el mítico Monstruo Verde con un bambinazo productor de dos carreras.

En resumen: impecable a la defensiva, arrecho y oportuno con el bate y veloz y astuto corriendo las bases.

Los Astros ganaron 6-2, y Dubón impulsó dos carreras y anotó otra. Con el guante fue una aspiradora en el jardín central entre el anónimo Michael Brantley y el sensacional Kyle Tucker.

Con la victoria de ayer, los de Houston empataron dramáticamente el primer lugar de la División Oeste de la Liga Americana con los Marineros de Seattle y Rangers de Texas, e hicieron real los pronósticos: la lucha por clasificar a los playoffs será encarnizada y vibrante.

Pero el viejo Dusty está tranquilo e ilusionado. Y tiene motivos de sobra: Bregman, Tucker, MacCormick y Yanier están calientes con el bate; Altuve y Jordan están sanos; Maldonado, tiene el brazo como bazuca; Verlander anda con la puntería afinada; y Nery, Abreu y Pressly, cerrando con nervios de acero.

Súmele, el guante aceitado de Jeremy Peña y la fortaleza del utility catracho, del caballón que ya jugó de primera, segunda y tercera base, que fildeó por los jardines derecho, central e izquierdo y que aspiró toletazos por las paradas cortas.

Sí, súmele como factor a Dubón y su 274 de promedio al bate; sus 102 carreras, 65 anotadas y 37 remolcadas; pero sobre todo, su gran aporte: donde el viejo Dusty lo necesite o lo quiera poner, el de la Colvisula dirá presente.