08/05/2024
12:11 AM

Asalto a la embajada de Honduras

Juan Ramón Martínez

Ahora que López Obrador reclama por el ingreso de la policía a su embajada en Quito, conviene revisar si puede “tirar la primera piedra”; y, si la embajada hondureña ha sido objeto de allanamiento por autoridad mejicana. Revisando la prensa, en “Milenio”, Agustín Gutiérrez Canet, publicó: “Ebrard violó la embajada de Honduras en México”, que copiamos en extenso. “El 21 de julio de 2009, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, violó la Convención de Viena de las Relaciones Diplomáticas al ordenar a la Policía romper las cerraduras de la embajada de Honduras en México y abrir las puertas a la exembajadora Rosalinda Bueso, quien había sido representante del depuesto presidente Zelaya, hoy primer caballero de Honduras. Cuando sucedió la irrupción en la embajada hondureña, el Jefe de la Misión ya no era la embajadora Bueso, destituida por el gobierno de facto, sino el primer secretario Rigoberto López Orellana, quien como encargado de negocios no permitió el ingreso de la policía capitalina, la cual violó el recinto de la misión. El artículo 22 de la Convención de Viena de relaciones diplomáticas determina: “1. Los locales de la misión son inviolables. Los Agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del Jefe de la Misión”. Ahora, quince años después, Ebrard, el transgresor de la embajada hondureña, afirmó que no tiene precedentes el asalto a la embajada de México en Ecuador: “La acción del gobierno de Ecuador de entrar por la fuerza a la embajada de México en ese país, detener a un solicitante de asilo; y, vejar la soberanía nacional no tiene precedentes”. Carente de autoridad moral, Ebrard sí estableció el precedente en México de ordenar el ingreso por la fuerza a una misión diplomática extranjera, violar el derecho internacional, transgredir las leyes nacionales; y, usurpar funciones de la exclusiva competencia del Ejecutivo, única autoridad que puede determinar si la embajadora todavía era reconocida como tal, decisión pendiente del gobierno mejicano. ¿Por qué lo hizo? Aquí hay dos explicaciones posibles: la oficial y la privada. La oficial es que había afinidades ideológicas entre el jefe de Gobierno y el depuesto presidente Zelaya, pues los dos eran de “izquierda” y había que tenderle la mano a su embajadora. La privada – y más auténtica— es que un colaborador de Ebrard era amigo cercano de Rosalinda Bueso y convenció a Ebrard para sacar a la dama de Honduras, con el apoyo del director general Aeroméxico, Andrés Canesa. Ya después en México, Ebrard conoció a Rosalinda Bueso el 21 de julio en su despacho, tras lo cual ordenó el inmediato asalto. Públicamente Ebrard hubiera podido usar como coartada la solidaridad con el derrocado gobierno izquierdista de Zelaya, pero nunca justificar la incursión policiaca a la embajada, por eso la ilegal intervención se hizo discretamente y por ello, prácticamente pasó desapercibida. En cambio, Ebrard tenía motivos personales para allanar la misión hondureña, tras la reunión que sostuvo en su despacho con la exembajadora Bueso, su futura esposa. Entonces Ebrard ordenó al secretario de Seguridad Pública Manuel Mondragón, que de inmediato acudiera a romper las cerraduras y entregara las instalaciones a quien el consideraba legítima embajadora, cuando el gobierno de facto, ya la había destituido, lo que significaba, además, intervenir en los asuntos internos de ese país. A partir de ese momento Ebrard protegió a la exembajadora Bueso y lo hizo con tal dedicación e interés personal que hasta contrajo matrimonio con ella. En la guerra y en el amor, todo vale, dicen algunos que carecen de escrúpulos”.

Mel Zelaya, pagándole el “favor”, condecoró a Ebrard con la orden “Francisco Morazán”.

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