Mujeres del mal: protagonistas en maras y pandillas de Honduras

La Mara Salvatrucha y la Pandilla 18 utilizan también en su accionar delictivo a menores de edad como un cerco legal protector porque no son imputables de delitos

Foto: Ilustración de LA PRENSA

Muchas mujeres ven en las maras y pandillas un refugió del entorno violento de Honduras.

jue 7 de diciembre de 2023

San Pedro Sula, Honduras.- El crimen contra 46 mujeres ocurrido el 20 de junio de este año en la Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación Social (PNFAS), a manos de integrantes de la Pandilla 18, demuestra que ellas no son el sexo débil en las estructura criminales, sino una fuerza criminal protagónica.

Las indagaciones de la Policía Antimaras indican que las mujeres tienen bastante protagonismo en la parte operacional de las grupos delictivos Mara Salvatrucha y la Pandilla 18 porque “son más ordenadas”.

Las mujeres cumplen roles de logística, contables, financieros, infiltración, sicariato, “mulas” o sirven de carnada porque hay muchos casos donde en sus perfiles de redes sociales enganchan a las víctimas y les sacan información y las entregan a las estructuras criminales para que las maten y ellas son conscientes de lo que le pasa a la gente.

A pesar de que las maras son comúnmente asociadas con hombres jóvenes tatuados perpetrando actos de violencia, existe un número creciente de mujeres que desarrollan una variedad de roles dentro de estas organizaciones1. Las mujeres pueden ser objetos y sujetos de violencia, y su rol en la mara puede depender de cómo ingresaron y determinar las tareas que cumplen una vez adentro

Para los cabecillas de las estructuras es indispensable el protagonismo de la mujeres en las maras y son necesarias por la sutileza que tienen para llegar a algunos objetivos. La figura de la mujer en la estructura de las pandillas y maras no es el sexo débil porque también tienen mando.

A ellas, además les dan el rol en la venta y distribución de droga, por lo que a diario se ven en los reportes mujeres detenidas por ese ilícito. También las utilizan para infiltrarse en algunos objetivos porque supuestamente pasan “más desapercibidas”.

Cuando hacen acciones que causan impacto y que posicionan a la estructura delictiva ellas tienen “un ascenso”.

Las autoridades antimaras han capturado varias mujeres integrantes de las estructuras criminales que se han encargado de planear y mandar a ejecutar homicidios múltiples. Hay mujeres que son las encargadas de almacenar armas y explosivos.

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Una de las sicarias de esas estructuras criminales es Ana Chanelly Córdoba, alias “La China”, quien es sindicada de haber asesinado a dos motoristas y a un ayudante del transporte público.

Córdoba fue condenada en junio de 2018 a 20 años de reclusión por el asesinato de un conductor de una unidad de la empresa de transporte Cristina en la ciudad de La Ceiba, Atlántida.

Para muchas mujeres, pertenecer a las maras significa refugiarse de la violencia cotidiana y fortalecerse frente a las agresiones del entorno, muchas veces cometidas por las pandillas mismas

La víctima en ese caso fue Juan Manuel Gómez Vindel. El crimen contra Gómez quedó grabado en un vídeo en el que se observa cuando la mujer le dispara a sangre fría. En el vídeo se mira dos mujeres, pero la que disparó es Ana Chanely Córdoba.

La China también enfrenta cargos por la muerte del motorista y ayudante de un bus de la empresa Karen que cubre la ruta La Ceiba-Tocoa-Santa Rosa de Aguán. Las víctimas respondían a los nombres de Geovany Adalid Matute, conductor, y Wilson Josué Vásquez Aguilar, ayudante de la unidad de transporte.

Los hechos ocurrieron el 1 de abril de 2016, a eso de las 7:00 am, cuando el bus iba de La Ceiba rumbo a Colón y a la altura del hotel Altiplano Córdoba y otra mujer dijeron que se bajaban, acto en el cual sacaron armas de fuego y dijeron “esto no es un asalto, vinimos a lo que vinimos ” y se dirigieron al conductor y al ayudante disparándoles en diversas ocasiones.

Otra sicaria de la Pandilla 18 identificada como como Jansseni Nineth Suazo Ponce fue declarada culpable por el asesinato de la estudiante del instituto Vicente Cáceres de Tegucigalpa, Yaneth Colindres López. Suazo Ponce, conocida con el alias La Mala, fue capturada en 2018 por el crimen de la colegiala y en 2020 fue declarada culpable por la muerte Yaneth Colindres y condenada a 20 de prisión.

$!Jansseni Nineth Suazo Ponce , sicaria de la Pandilla 18.

Grupo vulnerable

Los menores son el semillero de las maras y pandillas con el que fortalecen y renuevan sus filas y tienen una estrategia definida para reclutarlos y entrenarlos.

Los menores son el cerco legal protector en la comisión de delitos de la Pandilla 18 y Mara Salvatrucha pues los utilizan en la ejecución de las diferente modalidades delictivas valiéndose que no son imputables de delitos.

Las autoridades policiales antipandillas manifestaron que la ley es muy garantista al grado que los operadores de justicia no pueden ni ver mal a los menores.

Los menores son el semillero de las maras y pandillas las cuales tienen una estrategia definida para reclutarlos y entrenarlos para cometer delitos.

Una de las luchas de las autoridades antimaras y los otros operadores de justicia es que se baje la edad punible en los menores y que sean imputables de delitos a los 16 años, pero los convenios internacionales no lo permiten.

Los niños en las maras y pandillas tienen funciones de cobrar extorsión, tráfico de droga, banderas, traslado de armas, dinero y sicariato.

Los menores también son semillero de esos grupos delictivos porque van a creciendo y por ejemplo los niños de hace 12 años son ahora los líderes.

Las indagaciones de la Policía establecen que a los niños los entrenan y les ponen una pistola para matar un perro, un gato o un pollo para que se les vaya quitando el miedo.

Una de las funciones que más hacen los niños es la de “banderas”, que son los que avisan lo que está pasando en el barrio y la venta de droga. En ambos casos los dotan de teléfonos celulares y woki toki, radio comunicadores. Hay casos de niños de 12 años que ya infunden temor entre los vecinos de los barrios. Los menores más vulnerables para hacerse adeptos a esas estructuras criminales son los que forman parte de hogares desintegrados.