Juana y sus 11 hijos: “Si el Señor me los ha dado, por algo es”

Ha tenido ocho partos: uno de trillizos, otro de gemelas y seis individuales. Y aunque sacarlos adelante con la venta de tortillas y verduras no ha sido fácil, da gracias por tenerlos vivos y sanos

Foto: Melvin Cubas / LA PRENSA

La señora Juana Francisca ha recibido la solidaridad de muchos hondureños, pero sueña con su casa propia. También carece de cosas muy básicas como menaje para el hogar, una refrigeradora, ventiladores. Quisiera vivir más cerca de la escuela para mandar de nuevo a las niñas.

vie 10 de mayo de 2024

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El hogar de Juana Francisca Mencía huele a bebé por partida triple. Hace 20 días nacieron en el hospital Mario Rivas de San Pedro Sula sus hermosos trillizos, dos niñas y un varón, que hoy están vigorosos, saludables y muy dormilones.

Aunque no los ha asentado en el Registro Nacional de las Personas los llamó María Esther, Martha Esther y Luis Aarón. Dos de ellos son idénticos, pues tienen el cabello negro y la piel trigueña. La otra niña es de cabello castaño y su tez es más clarita.

“A ella (Martha Esther) yo la tenía acá abajo en el vientre, estaba en posición horizontal. Creo que ella estaba sola en su bolsita. Los otros dos estaban juntos porque si están dormidos se abrazan y la niña le tira encima la piernita a él”, contó mientras los vestía con trajecitos nuevos para que salieran lindos en las fotografías.

En su pequeño apartamento no se oye a ningún bebé llorar, ya que está atenta con sus arrullos a cada uno de sus movimientos para no dejarlos ni siquiera agitarse un poco.

$!Seis días estuvieron los trillizos en el Rivas debido a que nacieron con bajo peso.

Pero las risas, el llanto y el estruendo de un grupo de niñas más grandecitas no pasan desapercibidos.

Aparte de los trillizos recién nacidos, ella tiene cuatro niñas más de entre 6 y 9 años, de las que dos son gemelas; además, tiene cuatro hijos más grandecitos, en edades de entre 13 y 22. También conviven con ella su sobrina y una pequeña nieta, a la que cría como propia, ya que sencillamente le tocó ayudar a su hija, que de paso está embarazada.

En total son 11 hijos los que tiene esta yoreña de 39 años de edad.

Aunque lloró cuando supo que tres niños más venían en camino, los aceptó como un regalo más de Dios.

Buscaba otro varoncito

En las cosas del amor, a Juana Francisca no le ha ido nada bien. Le han matado a dos parejas y el papá de los trillizos no ha sido responsable ni convive con él. No obstante, le ha enviado un dinerito que poco ajusta para tres.

Aunque Juana ya tenía ocho niños, de los que siete son niñas y uno varón, se sentía con la edad y las ganas para buscar su segundo hombrecito, sin imaginar que agrandaría con tres miembros más su ya nutrida familia.

$!Ella y Therlyng Medina le abrieron una cuenta a Juana en Banco Azteca: 79070110711432.

“Me siento bendecida por el Señor, porque los hijos son una bendición. Al principio yo dije: ‘Dios mío, qué voy a hacer’. Después de tener las gemelas, tuve otras dos niñas más y luego vinieron los trillizos. Ahí sí, cuando supe que eran tres me puse a llorar, porque la vida está dura y ya tenía los otros, pero me dije: ‘Si el Señor me los ha dado, por algo es’. No renegué en ningún momento”, contó en medio de los malestares que quedan después de una cesárea complicada y un cuadro de preeclampsia que la pusieron al borde de la muerte.

La señora Juana Francisca ha recibido la solidaridad de muchos hondureños, pero sueña con su casa propia. También carece de cosas muy básicas como menaje para el hogar, una refrigeradora, ventiladores. Quisiera vivir más cerca de la escuela para mandar de nuevo a las niñas.

La venida al mundo de sus tres pequeños amores no fue fácil. Ella, radicada en la cabecera de Yoro, creía que sus niños nacerían en el hospital Manuel de Jesús Subirana; sin embargo, debió ser trasladada de emergencia a San Pedro Sula porque ya había comenzado a dilatar.

“Al siguiente día de haber llegado al hospital de Yoro casi me muero, pero quizá ese no era el plan del Señor. Ha de haber dicho, la voy a poner a prueba, a ver si reniega, pero no. Aquí estamos. Me rescataron, me atendieron muy bien en el Catarino porque tiene muy buenos médicos. Y de repente no me tocaba (morir), sino que debía seguir con la batuta criando a todas estas criaturas”, decía con la mirada llena de esperanza y a la vez preocupación.

Crecieron las necesidades. Desde que los trillizos llegaron al mundo, muchas ventanas de bendición se han abierto.

Antes de que los niños nacieran, la familia vivía en un pequeño cuarto cerca del río y dormían en colchonetas en el suelo; sin embargo, dos enfermeras del Manuel Subirana se han convertido en sus ángeles de la guarda.

Ha tenido ocho partos: uno de trillizos, otro de gemelas y seis individuales. Y aunque sacarlos adelante con la venta de tortillas y verduras no ha sido fácil, da gracias por tenerlos vivos y sanos.

Además de ayudarla a mudarse a un apartamento más cómodo y conseguir apoyo para el pago de al menos el primer mes de renta, el lugar tiene mejor acceso y servicios.

Ellas son el canal de ayuda con muchas personas de buen corazón que ya han apoyado a Juana con la compra de una cama, alimentos, leche y pañales para los bebés y algunas aportaciones económicas, pues su negocio de tortillas, del que subsiste, ha estado cerrado hasta que ella se recupere y logre reorganizar su vida para garantizar un buen cuidado a sus bebés.

Las enfermeras Mirty Palacios Peña y Therlyng Medina Soto han estado pendientes de Juana, los bebés y el resto de niños y canalizan la ayuda, ya que también ha habido personas que han querido sacar provecho de la atención y apoyo que han surgido para esta familia.

En la actualidad, Juana, que nació en la aldea Aguas Buenas de Yoro, sueña con tener su propio solar y una casita para no tener que pagar alquiler. Además, quisiera que sus hijos pudieran regresar a la escuela y convertirse en todos unos profesionales, sueño que ella jamás pudo cumplir.

“A ver si la alcaldesa se compadece y me regala un pedacito de solar para hacer mi casita, porque aquí estoy alquilando, y pago 1,200 lempiras”.

Contó que Óscar David, su hijo mayor de 22 años, decidió emigrar recientemente para ayudar a su mamá cuando supo que tres hermanitos más venían al mundo.

Juana dice que seguirá luchando por sus hijos, ya sea vendiendo tortillas, tomates o nances. “Nunca los he dejado morirse de hambre, los he andado para allá y para acá, pero conmigo. Nunca se me ha cruzado irme a trabajar a otro lado y dejarlos solos. Son mi prioridad”.

Las enfermera Mirty Palacios Peña, de la sala de atención a la mujer en control prenatal del hospital Manuel Subirana, contó que Juana tuvo control prenatal tardío; sin embargo, se le brindaron todos los cuidados desde que buscó ayuda en el hospital Subirana.

Juana Francisca Mencía Rosales vive en el barrio Montecristo de Yoro, Yoro. Se le puede contactar al 9848-7696.

“Juana Francisca llegó a control prenatal cuando ya estaba bien avanzado su embarazo. Entonces, el doctor Daniel Urbina la llevó a ella donde la ginecóloga para saber cuántos niños tenía. Gracias al ultrasonido vieron que eran tres, luego de eso fue regular a sus citas y se le programó la cesárea. Por ser embarazo múltiple se refirió al hospital Mario Rivas, donde rápido dio a luz, aunque luego ella tuvo algunas complicaciones, pues también tuvo preeclampsia y su parto fue de alto riesgo”.

Los bebés nacieron bien y no necesitaron incubadora, el alta se les fue dando uno a uno para descartar algunas anomalías cardiacas o relacionadas a su bajo peso, ya que pesaron cada uno aproximadamente cuatro libras. Ella fue operada al momento de la cesárea para no tener más bebés.

“Ella tuvo la bendición de tener esos muchachitos, pero tiene muchas necesidades. Ojalá las autoridades a nivel local y central pudieran ayudarla a tener su casita y ella alejar, al menos esa preocupación de pagar la renta”, dijo Palacios.