07/05/2024
05:24 AM

Hacia la ruina

    Creyentes o no, la mayoría de los habitantes de este planeta no dejamos de escuchar con atención la voz profética del papa Francisco que, desde el inicio de su pontificado, nos ha hecho ver la responsabilidad que tenemos en la custodia y cuidado de la Tierra.

    La carta encíclica “Laudato sí”, publicada en 2015, ha sido considerada el “manual” en el que, desde una óptica teológica, por ser quien es el Papa, se nos señala en qué estamos fallando los seres humanos en el cuidado de la “casa común” y cuáles deberían de ser las actitudes y las conductas para revertir, en la medida de lo posible, los daños que se han causado a los distintos ecosistemas y que tienen una clara repercusión negativa en la calidad de vida de los diversos seres que convivimos en este planeta.

    Luego, a lo largo de estos años, el Papa ha continuado esta “catequesis” en favor del medio ambiente, aunque no siempre ha encontrado acogida entre sus interlocutores, incluso se ha ganado la antipatía de algunos sectores que no se han ahorrado críticas y descalificaciones en su contra. Pero, Francisco, que no busca protagonismo ni popularidad, ha sido fiel a su conciencia y no ha quitado el dedo del renglón.

    Recientemente, el Papa ha dicho que nuestro planeta va hacia la ruina, que no hemos sido capaces de reaccionar, aunque los hechos estén a la vista.

    En Honduras, desde LA PRENSA hemos mostrado el proceso de deterioro sufrido por ese lugar, hasta ahora paradisíaco llamado Miami. El mar se ha adentrado en esa delgada franja de tierra y amenaza con inundar las casas de los habitantes de la aldea y hacer desaparecer bajo sus aguas esa porción de nuestro territorio. De modo que la subida del nivel de los océanos no solo constituye un problema para los habitantes del golfo de Fonseca, que han sido testigos de cómo sus propiedades han sido engullidas por el Pacífico, sino también para nuestras poblaciones ubicadas en el Caribe. Evidentemente, para detener esta “ruina” es necesario un esfuerzo global, comenzando con los países industrializados, que son los que más contaminan, pero, cualquier medida, cualquier esfuerzo que se haga, por pequeño que sea, sumará en el cuidado del entorno.

    Comencemos, pues, por colocar la basura donde debemos y no convertir en basurero calles, carreteras y bosques de nuestro país. Reciclar, reducir y reutilizar, por manido que nos resulte, son prácticas que todos debemos asumir. Ya lo decía el antecesor de Francisco, el papa Benedicto, tenemos la obligación de ser solidarios intergeneracionales, es decir, con las generaciones que nos sucederán.