20/05/2024
01:51 AM

Democracia fortalecida

    Las elecciones generales recientemente celebradas en Panamá, y en las que resultó ganador el abogado José Raúl Mulino, son, sin duda, un paso más en el afianzamiento de la cultura democrática en ese país y en la región.

    La historia de Panamá, al igual que la del resto de la zona, no ha estado exenta de sobresaltos, de inestabilidad, de mandatarios que han permanecido en el poder sin contar con el respaldo de la población, de dependencia política, de fuerzas externas, de violaciones a la soberanía, de intervenciones foráneas.

    Pero, a pesar de todo lo anterior, poco a poco, Panamá se ha encaminado por la ruta democrática, y los panameños han optado por ese camino, para buscar el desarrollo y alcanzar el bien común.

    La alternancia en el poder, requisito sine qua non en cualquier democracia que verdaderamente se precie de serlo, es una clara aspiración del pueblo panameño, y por eso no ha dudado en hundir al partido en el poder en el fondo de la actual votación y ha preferido buscar otras opciones, aunque se hayan cernido dudas en algunos sectores sobre si eso era lo que más convenía al país, sobre todo por la controversial figura del expresidente Martinelli como gran elector tras la figura del virtual mandatario.

    Pero, lo más importante es que los panameños hayan votado en paz, que hayan tenido la libertad y la posibilidad de elegir entre diversas opciones y hacer oír su voz en la urnas; cosa que ya quisieran otros pueblos de la región que, o se encuentran amordazados por dictaduras de más de seis décadas o en los que se burla a la gente en elecciones en las que prácticamente solo hay un partido por el que votar mientras los líderes opositores están en la cárcel, en el exilio o han sido “legalmente” incapacitados para ser electos.

    La tentación de quedarse en el poder continúa gravitando sobre el panorama político centroamericano.

    Hay fuerzas oscuras que mantienen discursos anacrónicos y que aspiran a establecer regímenes de pensamiento único en el que todo el que disiente es un traidor, un enemigo, un peón de la oligarquía, un indeseable.

    Por eso es que cuando en una nación vecina se dan hechos como estas elecciones panameñas, se recupera la confianza en un porvenir en el que se respete la voluntad del pueblo y no de los que se autodenominan sus portavoces.

    Bien por Panamá, bien por Centroamérica.