“No es lo que el hombre hace lo que determina si su trabajo es sagrado o secular, es por qué lo hace”: A. W.Tozer.
La real academia define la motivación como conjunto de factores internos o externos que determinan las acciones de una persona; una persona motivada siempre es más feliz, tiene más energía, mayor productividad y mayor creatividad, para fomentar la motivación determine que cosas le gusta hacer, cuide su ambiente de personas que están así inyectadas de amor, recuerde que errores son de humanos y debe mantenerse siempre elevada esa motivación. Trechera explica que, etimológicamente, motivación viene del latín motus, que se relaciona con aquello que moviliza a la persona para ejecutar una actividad.
Había un rey que sabía que sus motivaciones le importaban a Dios y necesitaba una evaluación más objetiva que la suya propia y dice estas palabras: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”: Salmos 139:23-24 RVR60.
Hay una enorme preocupación por los resultados y acciones que se realizan y siempre que hay mejoras se piensa que se está bien y avanzando; pero Dios mira los motivos y deseos, toda conducta externa puede dañarse por una intención o motivo inapropiado, Jesucristo lo llamó el fenómeno de las “tumbas blanqueadas”, un exterior que puede enmascarar la muerte interior. Es muy delicado, se debe tener la sencillez y humildad de reconocer por qué dices lo que dices y haces lo que haces.
“La gente puede considerarse pura según su propia opinión, pero el Señor examina sus intenciones”, Proverbios 16:2 NTV.
A nuestro parecer puede ser bueno, pero Dios hace un llamado más profundo, al final cada quién dará cuenta a Dios, está comprometido o porque quiere obtener algo o a alguien, es el tiempo de demostrar con hechos quiénes somos.
