19/05/2024
07:35 AM

¿Qué efectos causa el polvo del Sahara?

La nube de polvo sahariano puede afectar a las personas que padecen enfermedades respiratorias.

Madrid, España.

El desierto del Sahara emite cada año entre 1 y 2 millones de toneladas de polvo en suspensión a la atmosfera, el cual es de forma mayoritaria exportado hacia el Atlántico en la denominada capa de aire sahariano, que es una corriente de aire que transporta a las partículas de polvo desértico hasta el Caribe y las Américas.

Las corrientes de aire levantan arena y otras partículas contaminantes de las zonas deforestadas de la región, principalmente de los países subsaharianos.

Enfermedades

Estas nubes de polvo suelen afectar a las personas que ya padecen enfermedades respiratorias, como el asma, bronquitis u otro tipo de afecciones.

El polvo del Sáhara puede contener partículas que produzcan síntomas como tos seca, dolor de garganta, picazón, ojos llorosos, estornudos y secreción nasal.

Los altos niveles de polvo sahariano pueden exacerbar problemas en personas con alto riesgo de complicaciones respiratorias, según el organismo sanitario.

Los minerales, ácaros, virus, bacterias y otros patógenos arrastrados por la nube incrementan el riesgo de enfermedades, sobre todo en pacientes asmáticos y alérgicos.

Lluvias y nevadas severas pueden favorecer la aparición de terremotos, según un estudio

Las partículas en las nubes también afectan a los ecosistemas terrestres y marinos, sobre todo a los arrecifes coralinos, así como a las cosechas de frutas, arroz, caña de azúcar y legumbres.

El desierto del Sahara es la mayor fuente de polvo mineral y genera entre 60 y 200 millones de toneladas al año.

Las partículas más grandes se precipitan rápidamente al suelo, pero las más pequeñas pueden ser transportadas a lo largo de miles de kilómetros y llegar a Europa e incluso a otros continentes.

Los principales efectos que genera el polvo del Sahara son atardeceres y amaneceres con tonalidades rojizas, debido a la dispersión de los rayos solares por las partículas de polvo.

Asimismo, inhiben el desarrollo e intensificación de los ciclones tropicales en el Océano Atlántico, debido al viento cálido, seco y fuerte que se desplaza sobre la región.