17/05/2024
12:20 AM

Día de la Cruz

    La celebración en numerosos lugares del Día de la Santa Cruz con tradiciones populares ha marcado también por generaciones el inicio del período de lluvias. Desde la mañana las miradas se dirigían hacia el horizonte donde en la tarde se comenzaban a ver nubes, presagio de lluvia con mayor certeza que la proporcionada en los satélites. Sobran quienes califiquen esos recuerdos como cuentos y leyendas, pero eran realidad.

    El clamor y las quejas están hoy relacionados no solo con la escasez del agua, sino con los apagones, interrupción sin aviso previo de la energía eléctrica dada la incapacidad de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica para atender la demanda. Hay, además, los cortes programados de ocho horas o más justificados en trabajos de mantenimiento o mejoramiento del sistema.

    El Día de la Cruz en aquellos tiempos era una especie de etapa de salida para iniciar, con esperanza, la preparación de la tierra y la siembra de grano, pues la temporada había comenzado y había confianza en que el agua para el campo no faltaría. ¡Casi como hoy! Llevamos años en que la falta e irregularidad de las lluvias han originado tierras desérticas en las que quedan sepultadas las ansiedades de las familias campesinas por alimento.

    En el campo y en no pocas ciudades se necesita un caminar acelerado, una especie de “salto cuántico”, que en física se refiere a un cambio abrupto y radical del pasado, criadero de pobreza, al presente con continuidad en el futuro de prosperidad, de avance sostenido en el triunfo contra los desastres ambientales originados en saqueo y destrucción que llevan a la supervivencia.

    La explicación por la falta de agua, por la avanzada desertificación, por las altas temperaturas y los “golpes” de calor se halla en la manoseada expresión del cambio climático a la cual se le remiten todos los males de hoy y los muchos y más graves que vendrán si no hay políticas ambientales que combatan con eficiencia la explotación de los recursos naturales, cuyo saqueo es un mayor caudal de miseria y pobreza.

    La escasez e irregularidad de las lluvias nos muestra el hoy y el mañana si seguimos en plan depredador. No hay que apuntar a los inmensos devoradores, los grandes países, sino que hay que ajustarse a los recursos, preservarlos y utilizarlos racional e inteligentemente a fin de que su uso sea provechoso. Se habla de carreteras, de grandes obras, de luminarias proyecciones, pero el agua de ríos y quebradas se pierde en el mar. Al grito de sed en el campo y en las ciudades no hay respuestas. Las nubes en el horizonte y la lluvia en el Día de la Cruz desaparecieron con trágicos daños en la vida de los hondureños.